La liturgia de la Palabra propone hoy las lecturas de Hch 13,14.43-52, Apo 7,9.14b-17 y Jn 10,27-30.
1. El contexto del pasaje evangélico
El pasaje joánico recoge unas palabras de Jesús que están en estrecha relación con la primera parte del capítulo 10 dedicado a la figura del Buen Pastor. El contexto inmediato en que Jesús pronuncia estas palabras es la fiesta de la Dedicación del templo de Jerusalén (v. 22). Esta fiesta, llamada también Hanukkah, fue instituida con motivo de la restauración del culto por Judas Macabeo en el año 165 a. C., tras la profanación llevada a cabo por Antíoco IV Epífanes el año 167 a. C. al colocar una imagen de Zeus Olímpico sobre el altar de los holocaustos (cf 1Mac 4,36-60; 2Mac 6,1-7). Era invierno, pues la fiesta se celebraba en diciembre, y Jesús estaba paseando por el pórtico de Salomón (v. 23). Al requerimiento que le hacen los judíos, es decir, las autoridades religiosas (v. 24), sobre si es el Mesías, Jesús responde con unas palabras que recuerdan muy de cerca las que había dicho un poco antes (v. 14).
2. El logion sobre las ovejas
Las palabras de Jesús están formuladas en una estructura literaria fácilmente reconocible:
a) mis ovejas escuchan mi voz,
b) y yo las conozco,
a’) y ellas me siguen,
b’) y yo les doy la vida eterna,
a») y no perecerán para siempre,
c) y nadie las arrebatará de mi mano.
d) Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo,
c’) y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre.
d’) Yo y el Padre somos uno.
a) Las ovejas escuchan la voz de Jesús (v. 27a)
La relación que Jesús tiene con las ovejas de su rebaño es, en primer lugar, de escuchar su voz. Aquí el verbo escuchar abarca varios significados. Por una parte, significa reconocer, es decir, distinguir por la voz a quien es su verdadero pastor. Por otra, significa que atienden a su voz, es decir, que le hacen caso, le obedecen. De hecho, el verbo hebreo-arameo shamá’ significa escuchar y obedecer. Jesús da a entender, por tanto, que lo importante es que sus ovejas no sólo saben distinguir su voz, sino que le escuchan con atención, que le obedecen.
b) Jesús conoce a sus ovejas (v. 27b)
Jesús había hablado ya del conocimiento de sus ovejas (v. 14). Para comprender bien lo que Jesús quiere decir hay que tener en cuenta que en el pensamiento bíblico el verbo conocer (hebreo, yada’) tiene un amplio abanico de significados. Se usa no sólo para hablar del conocimiento al que se llega por el entendimiento, sino también por el conocimiento que viene del trato afectivo. De ahí que el verbo conocer equivale a veces a querer o amar.
Así como los pastores llegan a conocer a sus ovejas porque pasan gran parte de su vida con ellas, las cuidan, las protegen de los lobos, sufren el calor del día y el frío de la noche, soportan todo tipo de penurias, así también Jesús, con una entrañable mansedumbre, ha pasado gran parte de su vida junto a los suyos y ha compartido con ellos toda clase de fatigas, se ha cansado hasta la extenuación cuando recorría los caminos de Palestina predicando el Reino, ha pasado noches en vela orando al Padre por ellos, ha resistido los ataques terribles de los enemigos, lobos feroces, que buscaban saquear su rebaño. En el trato íntimo con los suyos Jesús se ha mostrado como el buen Pastor que ama a sus ovejas.
c) Las ovejas siguen a Jesús (v. 27c)
El v. 27 se cierra con la afirmación de Jesús: «Ellas me siguen». El tema del seguimiento estaba ya presente en el v. 4, donde Jesús decía que el pastor se pone delante las ovejas y ellas le siguen. Es la consecuencia lógica que se espera del comportamiento de las ovejas al ver cómo las trata el pastor. Si reciben tanto cariño, sería necio no seguirle, verse privadas de tanto bien. Las ovejas se fían de Jesús y siguen sus pasos, pisando las huellas que deja en el camino. Yendo detrás de Jesús, no tienen nada que temer.
d) Jesús les da la vida eterna (v. 28a)
El tema de la vida había aparecido ya en el v. 10: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (cf v. 11.17). En Jn 5,24 Jesús había dicho: «Quien escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna». Siguiendo con la imagen de los pastores, hay que entender que así como ellos buscan los mejores pastos para las ovejas, así Jesús les proporciona a las suyas un alimento que no tiene comparación: La vida eterna. Es importante recordar que en Evangelio de Juan la vida eterna se identifica con el propio Jesús. Con esto Jesús da a entender que se da a sí mismo a sus ovejas como alimento. Es importante tener en cuenta que Jesús dice que ahora ya aquí sus ovejas reciben la vida eterna.
e) No perecerán para siempre (v. 28b)
Es la consecuencia lógica de haber recibido la vida eterna. La vida que Jesús infunde en sus ovejas lleva consigo el don de la victoria sobre la muerte. No perecer significa gozar de la vida en plenitud.
f) Nadie las arrebatará de la mano de Jesús (v. 28c)
Es asimismo la consecuencia de lo dicho antes, pues si no perecen para siempre es porque están protegidas por la mano de Jesús. La protección de la que habla Jesús hay que entenderla a la luz del v. 12, donde decía que el pastor asalariado huye cuando ve al lobo y las ovejas son víctimas del lobo. Jesús, por tanto, afirma de sí mismo que no es un asalariado, que no huye de los lobos, ni les tiene miedo, porque es más fuerte y poderoso que ellos. La palabra mano es usada aquí como un hebraísmo, es decir, una metáfora que en hebreo se usa para hablar del poder y la fuerza.
g) El poder del Padre (v. 29)
Además, Jesús tiene de su parte la protección y el poder del Padre, que se lo ha dado todo y es mayor que todo.
El comentario de san Gregorio Magno nos ayuda a personalizar las palabras de Jesús: «Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: Los que me aman vienen detrás de mí. Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía. Mirad si sois en verdad sus ovejas, si le conocéis… Si le conocéis no sólo por la fe, sino también por el amor; no sólo por la credulidad, sino también por las obras… Sus ovejas encuentran pastos, porque quienquiera que siga al Señor con corazón sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto, los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable? Los pastos de los elegidos son la visión del rostro de Dios, con cuya plena contemplación la mente se sacia eternamente» (Homilías sobre los evangelios).
Que María, la Virgen fiel, nos alcance la gracia de seguir con fidelidad a Cristo, nuestro Buen Pastor.
¡FELIZ DOMINGO DEL BUEN PASTOR!