La liturgia de la Palabra propone hoy las lecturas de Am 8,4-7, 1Tim 2,1-8 y Lc 16,1-13. El pasaje evangélico puede dividirse en dos secciones: la parábola del administrador infiel (v. 1-8a) y diversos dichos sobre las riquezas (v. 8b-13). La mayor parte de estos pasajes pertenecen a la materia propia de Lucas. El v. 13 tiene un paralelo en Mt 6,24.
1. La parábola del administrador infiel (v. 1-8a)
La parábola, que es conocida también como del administrador astuto, contiene algunos detalles que, como en otras parábolas de Jesús, plantean desconcierto. Así, causa perplejidad escuchar que el administrador, que ha sido acusado de ser infiel a su amo, tome la decisión de perdonar a los deudores de su amo unas cantidades de aceite y de trigo que perjudican los intereses del dueño de la finca. Esto no haría sino ahondar más la gravedad de su administración desleal. Desconcertante resulta también que el amo alabe esta conducta de su administrador infiel. Y más desconcertante aún resulta que Jesús aconseje a sus discípulos seguir el ejemplo del administrador: «Ganaos amigos con el dinero injusto…» (v. 9).
Todos estos detalles sorprendentes se explican si se tienen en cuenta las costumbres de la Palestina del tiempo de Jesús.
a) La «extraña» conducta del administrador
Para comprender la conducta del administrador (griego, oikonómos) hay que partir del hecho de que en Palestina los administradores no cobraban un salario fijo por su trabajo, sino que trabajaban a comisión, es decir, tenían derecho a exigir a su favor un plus a los productos que los labradores renteros debían entregar al dueño del campo. Esto daba lugar a que administradores sin escrúpulos exigieran gravámenes demasiado altos y que les permitieran enriquecerse a costa de los labradores. Y esto daba ocasión a que pudieran ser denunciados ante el dueño de la finca.
En el caso de la parábola, tras la denuncia que alguien ha realizado contra el administrador, el dueño ha decidido despedirlo, después de haberse cerciorado de la veracidad de la denuncia, y le ordena que le prepare un informe detallado de su administración. El administrador, que sabe que ha caído en desgracia, reflexiona en su interior y cae en la cuenta del duro futuro que le aguarda. No le será fácil ganarse la vida. Es lógico pensar que un hombre como él, dedicado durante años a tareas burocráticas, no tenga las fuerzas físicas que se requieren para cavar o para otros trabajos que requieran un fuerte esfuerzo físico. Pero la perspectiva de sobrevivir mendigando no es demasiado agradable. ¡Qué vergüenza dejarse ver como mendigo un hombre como él, que ha gozado de una posición social privilegiada! Y si tenía familia, ¡qué bochorno para ella verle caer tan bajo!
En su reflexión llega a una ingeniosa, aunque sorprendente, solución. Llama a los deudores de su amo y les propone rebajar las cantidades que le adeudan. Aunque en la parábola Jesús habla sólo de dos, la expresión «uno a uno» (v. 5) da a entender que eran muchos más. Al primero, que le debía cien batos (barriles o tinajas) de aceite, le manda escribir cincuenta. El bat era una medida hebrea para líquidos equivalente a unos cuarenta litros. Esto significa que la cantidad adeudada era de unos 4.000 litros de aceite. Cuando el administrador le pide que extienda un documento con sólo cincuenta batos, da a entender que esa era en realidad la verdadera cantidad adeudada y que los otros cincuenta era la comisión que se llevaba el administrador. ¡El cien por cien! Una cantidad a todas luces desproporcionada y abusiva.
Al segundo arrendador le pregunta cuánto debe al dueño del campo. Y le responde que cien coros (fanegas o cargas) de trigo (v. 7). El kor era una medida judía para áridos, equivalente a 400 litros. La cantidad adeudada era por tanto de 40.000 litros de trigo. Cuando el administrador le pide que extienda un recibo por ochenta, en realidad esa era la cantidad adeudada; los otros veinte eran la comisión que el administrador se cobraba, ciertamente una cantidad nada desdeñable. En ambos casos, por tanto, el administrador estaba perdonando a los deudores la parte de su comisión. No se trataba de una nueva acción desleal contra su amo, sino de la renuncia a su beneficio.
b) La alabanza del dueño del campo (v.8)
Conocida la decisión del administrador, el señor de la finca lo alaba por haber actuado con sagacidad. Eso significa que el dueño no se sintió defraudado en sus bienes, sino que entendió muy bien el alcance del gesto del administrador. En efecto, había actuado con rapidez, con astucia y sagacidad, y con cierta generosidad al estar dispuesto a perder la parte de sus beneficios en favor de los arrendadores.
De este modo resulta comprensible que Jesús proponga el proceder del administrador como un ejemplo a seguir por sus discípulos ante lo que conlleva la opción por el Reino de Dios. Es preciso actuar con prontitud, con sagacidad y con generosidad, renunciando a aquello que pueda resultar una dificultad para entrar en el Reino.
2. Los dichos sobre el dinero (v. 8b-13)
Los dichos que vienen a continuación pueden haber sido pronunciados por Jesús en diversos momentos y reunidos por Lucas porque tienen en común el tema del dinero.
a) Ganaos amigos con el dinero injusto… (v. 9)
De estos dichos el que resulta en verdad extraño es éste, pues, situado en el contexto de la parábola del administrador infiel, con él parece que Jesús invita a sus discípulos a actuar de una manera poco ética: blanquear el dinero ganado de modo ilícito usándolo para ganar amigos. Es evidente que de Jesús no se esperaría un consejo así. Pero interpretado de manera adecuada, el dicho de Jesús resulta coherente con su predicación.
La mayor dificultad viene de la expresión «dinero injusto» (lit. mamona de la injusticia), que parece dar a entender que se trata de un dinero ganado de forma injusta. Pero esa expresión ha de entenderse como «ganaos (lit. haceos) amigos con el mamona (que es) injusto». Es decir, Jesús se refiere a que en sí mismo, en su origen el dinero (o las riquezas), tiene una fuerza seductora que lo hace peligrosamente injusto o perverso, pues puede atrapar el corazón del hombre. En el v. 11 Jesús contrapone el dinero (o la riqueza) injusto con el dinero (o la riqueza) verdadero. Con ello da a entender que el dinero injusto, es a la vez engañoso, mentiroso. De hecho, el término arameo mamona parece derivar de la raíz verbal aman (ser firme o estable, creer) y viene a significar «aquello en lo que se pone la confianza». El dinero (o la riqueza) lleva en sí la injusticia, la mentira, de convertirse en un dios en el que se pone la confianza, compitiendo con el Dios verdadero. A esto se referirá Jesús más adelante con sus dichos sobre el servicio a Dios o al dinero (v. 13).
En la frase «ganaos amigos para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas» (v. 9), ¿quiénes son esos amigos? Por la explicación dada, el contexto supone que «amigos» es un modo velado de referirse a Dios, el único que puede recibir en las moradas eternas. En la frase «para que cuando os falte», Lucas emplea el verbo griego ekleípo, que, además de faltar, significa terminar, acabar, que parece una alusión al final de la vida. Es muy verosímil que Jesús quiera decir que cuando llegue el final de la vida el uso de las riquezas haya servido para que Dios sea el amigo que nos haga entrar en las moradas eternas. Esta interpretación es la que siguió san Jerónimo en la traducción de la Vulgata.
b) No podéis servir a dos señores… (v. 13) (Mt 6,24)
Esta sección de dichos sobre el dinero o la riqueza se cierra con uno sobre la imposibilidad de hacer compatible el servicio a Dios con el servicio al dinero. El dicho está construido en una estructura quiástica, que acentúa la fuerza del contenido:
a) aborrecerá a uno,
b) amará al otro,
b’) se dedicará al primero,
a’) descuidará al segundo.
La enseñanza de Jesús es clara. Hay que tomar una decisión que conlleva una elección de preferencia: O servir a Dios o servir al dinero. El profeta Elías había propuesto al pueblo una elección semejante: Seguir a Dios o seguir a Baal (cf 1Re 18,21). En su dicho Jesús deja entender que servir a Dios es libertad, dedicación que da sentido a la vida; servir a mamona es servidumbre, esclavitud, vida perdida.
Que María, Sierva pobre del Señor, nos ayude a servir a Dios en pobreza.
¡FELIZ DOMINGO!